Hola amigos
Comienza una nueva andadura en el proyecto de las siete cumbres. Mañana cojo el avión destino Alaska y aunque como siempre antes de partir, tengo pocas ganas, luego una vez en faena todo cambia y en esta ocasión no va a ser menos. Los días previos son tan estresantes y quiero dejar tantas cosas atadas que me resulta complicado centrarme en la montaña. Tal es así que aún no he hecho el equipaje y a buen seguro me faltará alguna cosa.
Comienza una nueva andadura en el proyecto de las siete cumbres. Mañana cojo el avión destino Alaska y aunque como siempre antes de partir, tengo pocas ganas, luego una vez en faena todo cambia y en esta ocasión no va a ser menos. Los días previos son tan estresantes y quiero dejar tantas cosas atadas que me resulta complicado centrarme en la montaña. Tal es así que aún no he hecho el equipaje y a buen seguro me faltará alguna cosa.
También en estos días han sucedido dos acontecimientos bastante insólitos. Por un lado, el reconocimiento, con foto y diploma incluido, por parte del Consejo Superior de Deportes, a todos los españoles con cima en el Everest (acto por cierto bastante cutre, pero agradable de compartir con amigos que hacía tiempo no veía). Por otro lado, el premio recibido en mi pueblo “ARANDA DE DUERO”, como mejor deportista del año pasado. Sinceramente no sé muy bien por qué, pero de todas formas me ha hecho bastante ilusión, aunque no estoy muy conforme con este tipo de acontecimiento. No es que no considere importante reconocer los méritos deportivos, pero de lo que si estoy seguro, es que hacerlo con un ranking de primero, segundo y tercero no es justo, y muy difícil de comparar entre diferentes disciplinas deportivas.
Comienza un nuevo camino, que espero compartir con todos vosotros.
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